viernes, 3 de junio de 2011

El pichon



Era un hermoso pichón recién salido del huevo, por primera vez era madre y eso le encantaba. Lo cargaba sobre sus espaldas y lo llevaba a recorrer los valles, montañas y llanuras, a ambos les deleitaba volar y descubrir lugares, sentir la velocidad, el viento en la cara, dominar las alturas y los abismos. Para buscar alimento la madre lo ponía en lo alto de un árbol, así lo protegía de los depredadores y buscaba comida para ambos, esto ya era rutina, lo que no se daba cuenta es que el pichón crecía cada vez más y que le estaba costando despegar con tanto peso, pero como era excesivo su amor maternal, no se atrevía a mandarlo solo a jugar por los aires, pues temía que lo agarre un águila, que choque contra un árbol, que lo maltraten los amigos o que caiga en picada. La abuela con mucha experiencia le había aconsejado que de esa forma estaba malcriando a su hijo, pues los hijos deben aprender haciendo, jugando, saltando, no hay otra vuelta, y para darles autonomía hay que dejarlos probar, por más que cometan errores, y pongan en juego su seguridad, pues esta es la ley de la vida, sin no nunca tendrán confianza en sí mismos. El pichón no podía volar, porque al no utilizar nunca sus alas, estas se habían atrofiado, y lo peor de todo es que no se sentía capaz de hacerlo. Un día que estaban comiendo unas semillas en el suelo junto con su madre, no percibieron que un gato estaba oculto detrás de los pastizales, y cuando este se abalanzó a gran velocidad sobre ellos, el peso del pichón hizo que no pudieran despegar a tiempo…

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