lunes, 13 de junio de 2011
En la Oscuridad de la Cárcel
Miraba la luna a través de los barrotes, lo habían declarado culpable y sentenciado a cadena perpetua. El estaba confundido, enojado, no entendía porque lo acusaban, pues siempre trató de hacer lo correcto, de niño había sido abanderado, había cumplido con los preceptos de la iglesia, mantuvo una carrera ejemplar, y juro por los santos evangelios desempeñar con lealtad su función, hasta ahora la vida había sido lógica y todo le fue claro como el agua ¿En que había fallado? ¿Por qué lo declararon culpable? Se preguntaba, si él había premeditado que la guerra que había librado era contra el mal, contra los malos, sabía que luchar contra el mal era hacer el bien, que para que triunfe el mal basta que los buenos no hagan nada, que hacer un mal para evitar un mal mayor era hacer el bien ¿Qué era lo que había hecho mal? Sentado en la oscuridad de la celda, no había luz que lo llegara a iluminar, su conciencia estaba tranquila, su pulso era normal, pero en su cabeza pasaba un solo pensamiento, porque estaba preso si era inocente ¿Sera que al perder la guerra los vencedores querían venganza? pero ¿por qué triunfó el mal? El mal es la ausencia del bien y cuando este falta Dios Desaparece ¿A dónde había ido su Dios todo este tiempo? Luego susurro para sus adentros: “Me siento como Belgrano que después de haber luchado por la patria terminó pobre y enfermo, la diferencia es que él nos lego la bandera y un ejemplo de austeridad y compromiso, en cambio ¿Qué he dejado para ejemplo de mis hijos si todo el esfuerzo que hice se deshizo como un frugal atardecer? La noche cayo muy oscura sombre mi, la prensa nos critica, nos llaman asesinos ¿Qué pensarán mis hijos? ¿Por qué los seres humanos nos cuestan tanto diferenciar el bien del mal? Si a Jesús lo mataron pensando que hacían un bien, pero claro, había intereses económicos de por medio ¿no será que nuestros intereses mezquinos a veces nublan la moral? No, no puede ser, yo he luchado por el bien, por la libertad, la justicia y el derecho, no dejaré que cambien mi parecer, no dejaré que rompan mi ser, no dejare que me confundan”. Estaba enfermo, y mientras pensaba todas estas cosas su corazón parecía detenerse, en ese momento recordó el imperativo categórico de Kant que dice que todo lo que uno hace debe transformarse en ley universal, o sea que todo lo que hacemos nosotros puede ser imitado por los demás, entonces trajo a la memoria un par de planes que había llevado adelante en consonancia con intereses extranjeros. Dicen que antes de morir, toda la vida pasa en 40 segundos, cada segundo que pasó se le venía a la imagen las personas que había fusilado, torturado, todos los que había juzgado sin juicio previo, los sospechosos que por hacer una actividad social había apresado, la sangre corrida en las celdas, las madres embarazadas, los adolescentes ultrajados y fue allí que antes de morir, donde se dio cuenta que...cerró los ojos, dejo caer una lagrima en el piso y expiró.
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