Reunidos los dirigentes de un grupo humano que representa a una institución a nivel nacional se planteaban como captar mas personas para el movimiento, ya que es ad honorem, sin fines de lucro y con una misión educativa. En ese momento un coordinador comentó que nunca había llorado tanto como en dicho movimiento, que por discusiones y malentendidos se había sentido humillado y maltratado, pasa que muchas veces los encargados quieren obtener mas poder haciendo sentir poder, error, ya que repartiendo poder es como se obtiene mas poder, claro siempre y cuando sea constructivo. Viendo esta situación y entendiendo que la verdadera felicidad se obtiene haciendo felices a los demás, otro coordinador propuso que cada uno diga como se siente dentro del movimiento, de esa forma podrían hacer un buen diagnostico con el que poder superar las debilidades o mejorar las fortalezas. Pero otro coordinador de otro distrito dijo que eso era una pavada, que había cosas mas urgentes, que había que aprender mas, aprovechar mejor el encuentro, y nadie lo contradijo, porque la eficiencia es un paradigma actual que no tiene en cuenta las emociones. Ahora bien cuando una persona de cualquier institución educativa que se trate dice que dentro de ella es ofendida, no se puede hacer oídos sordos y si otra persona agrega que eso es una pavada hay que prestar atención, ya la institución ha perdido su finalidad, puesto que no hay grupo humano que pueda mantenerse en pie donde las personas no encuentran apoyo y contención emocional, pero eso no es una pavada, y cuando se lo tapa con la hipocresía tarde o temprano explota. Si no se escucha a la gente, no se puede pretender captar adultos. Si no se sienten bien, no se puede pedirles constancia. Cuando entre los adultos se maltratan ¿qué se puede esperar de los niños educados en dicha institución?
Un buen ejercicio para que estas cosas no se produzcan es hacer corazones abiertos, esto es darle un momento a cada integrante del grupo para que diga lo que siente, sea bueno o malo, sin ser interferido, sin ser interpretado ya que los sentimientos no se juzgan, la persona debe sentirse incluida, valorada, apreciada. Nadie se va de un lugar donde lo tratan bien.
Otro ejercicio importante es cuando se hace una oración final que cada integrante con las manos agarradas agradezca a Dios por ambas personas que están a su costado, diciendo sus nombres y así hasta que se termine la ronda.
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