Había una vez cuatro fantasmas que vivían entre los seres humanos, se divertían con las cosas que le pasaban, aunque a veces sufrian con ellos, la pasaban bien, atravesaban paredes, asustaban a la gente, bailaban con la música, cantaban y compartían las cosas que hacen los humanos pero todo en su invisibilidad. Un día le pidieron a su superior que querían sentir lo que sienten los humanos, su súplica fue bien recibida así que el superior de ángeles a cada uno le revistió una piel humana de diferente color y religión, uno fue musulmán, el otro cristiano, el otro judío y el otro budista, a cada uno le regaló un atributo, un dón para poner al servicio de la comunidad, para que puedan compartir enfrentando las adversidades y sobrevivir, a uno le dio la tierra, al otro le dio el agua, a otro le dio el aire y a otro le dio el fuego; el que tenía la tierra sembró y cosechó así que vendía los productos que tenía, el que le tocó el fuego vendía el fuego para que puedan cocinar y calentarse, el que tenía el agua la vendia en botella y el que tenía el aire le pagaban una concesión por ser el dueño. Cómo fueron fantasmas y nunca tuvieron necesidades físicas pensaron que sería fácil, al principio se reían del color de la piel de cada uno, se mofaban y se divertían el problema surgió cuando sintieron alguna molestia en la escasez, uno sintió frío por la falta de fuego, otro hambre por la falta de alimento, otro sed por la falta de agua, otro comenzó a tener ataques de pánico y sentía que le faltaba el aire; fué cuando surgieron en ellos celos y envidia por lo que tenía el otro, se preguntaban ¿porque no les tocó a ellos? ¿Por qué tienen que pagar por el agua, por el fuego, el aire, por los productos de la tierra? Cada uno se hacía esa pregunta, ¿no era injusto? cada uno veía lo que le faltaba y no lo que tenía. Entonces cómo cada uno rendía alabanzas a Dios a su manera, empezaron a ver en la adoración que hacían los demás que era falsa, cada uno de ellos decía estar más cerca de Dios, ser más amigo y entender mejor su voluntad, y por lo tanto ser más digno que el otro por lo que le correspondían mayores derechos en la repartija de los recursos, además junto al desprecio les parecía que el otro actuaban mal, que eran los malos, que estaban equivocados, por lo que surgieron las críticas, luego las injurias y comenzaron a mirarse con bronca y desconfianza, lo que hizo que no quisieran intercambiar más los productos que cada uno tenía, esto hizo que cada uno buscará la forma de arrebatarselo por la fuerza, por lo que fabricaron armas, hasta que llegó el día en que se atacaron generando mucho daño en sus territorios, la siembra se estropeó, el agua se contaminó, el fuego se apagó y el aire se llenó de gases tóxicos. La guerra nunca es buena, mata el alma y envenena, recordaban estas palabras que habían escuchado por ahí, por lo que buscaron ayuda en su superior, le reclamaron que eso no era la condición que ellos esperaban de la humanidad; lo que le respondió: _ a cada cual se le dio por partes iguales, que alcanza para todos si saben como intercambiarlos, hasta les debería sobrar ya que la naturaleza es generosa, debían tener espíritu de servicio y cooperación, así viviran pacíficamente y felizmente; fue su codicia la que hizo que esos destruyeran todo. Y accedió a darles otra oportunidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario