sábado, 4 de diciembre de 2010
El malvado Piedra
Piedra le decían, porque siempre andaba con una piedra en la mano, desde pequeño solo hacia macanas en el barrio, tiraba piedras con su honda a los perros, a los transeúntes, a los techos, a los autos. En la escuela se peleaba con todos sus compañeros, como era grandote todos huían de él, ser temido le gustaba, en las clases de gimnasia siempre podía meter goles ya que nadie se animaba a enfrentárselo, ni siquiera el profesor de educación física, porque tenía miedo de sufrir alguna represalia. Le fastidiaba ver que en las películas siempre los malos perdían, por eso le gustaban las películas de terror, desde que vio que el coyote jamás pudo alcanzar al corre caminos siempre se puso del lado del coyote que tenía la ciencia pero no la suerte, era para los fuertes. _ La misericordia es para los débiles_ pensaba mientras aplastaba un sapo con el pie, sus libros favoritos eran la voluntad de poder de Nietzsche y mi lucha de Hitler. Aborrecía las flores, odiaba la música lenta, odiaba a los niños educados, él pensaba que las personas esconden en mascaras lo que piensan y les gustaría hacer realmente. Suele pasar que en lo cotidiano nos cruzamos con personas que llevan mucha violencia reprimida dispuesta a dispararse en cualquier momento donde aparezca la oportunidad, violadores, los torturadores de la dictadura, un asesino, un ladrón, un corrupto etc. Un día sintió algo en el corazón que se comunicaba con la mente que no lo podía dejar dormir tranquilo, en ese momento recapacitó, se dio cuenta que cada uno es el reflejo de sus pensamientos, que cuando son malos te pasan cosas malas, y ahí comprendió que el rechazo que tenían por él era solamente él espejo de su actitud, y observó que las flores están para alegrar los jardines, y que la música lenta esta para soñar con el amor. Nadie sabe lo que lo hizo cambiar de un día para el otro, algunos en el barrio decían que se había enamorado, otros que alguien lo había amenazado, otros que se había convertido al cristianismo, pero desconocían cual fue la causa. No hay que saber mucho para darse cuenta cuales son las fuentes que nos hacen obrar bien, a veces es una palmada en la espalda, una mirada, una sonrisa, una palabra, un gesto, a veces son cosas malas como la muerte de un ser querido, la enfermedad, un accidente, claro que el obrar surge de la voluntad y si no la educamos, nos domina la pusilanimidad; hay que tener voluntad para rezar, para ser amable, para sonreír, para estudiar, para disfrutar. Pensó cuanto tiempo había perdido, cuantas cosas bellas habían pasado por su lado desapercibidas, porque solo uno es consciente de lo que hay en su corazón y si lo llenamos de odio solo odio veremos. Sintió una presencia que lo inundaba con su gracia, estaba feliz, pero no se sentía digno de esa sensación, había descubierto su alma, su conciencia, fue en ese momento que se decidió a cambiar, comprendió que la vida es solo una prueba, una oportunidad para demostrar quién somos realmente, y que a veces lo descubrimos en las desgracias que nos pasan o en la suerte que cambia de un día para el otro, pero que siempre hay oportunidades para volver a comenzar, para volver a soñar, para enmendar nuestros errores, para tener esperanza. Sabiendo que nos vamos de este mundo tan desnudo como vinimos, y que por eso solo vale la pena invertir en las cosas que llenan nuestro corazón, porque será lo único que llevaremos al cielo. La planta busca al sol, y el ser humano buscar a Dios, al igual que la planta que reverdece y fortalece en el sol, el ser humano madura y se fortalece con el Señor.
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