viernes, 19 de noviembre de 2010
Yateí
Un día se encontraron en una flor varios tipos de abejas, bebían de su néctar y contaban historias de vuelos embriagadas, una contaba cómo se escapó de un pájaro cuando este chocó contra un árbol, otra contaba que había volado por sobre la ciudad viendo a muchos seres humanos andar en latas sobre ruedas, otra relataba que quiso jugar una picada a una lata voladora pero que esta tiro fuego y que quedo chamuscada en el suelo. Hasta que se percataron de una pequeña abeja que estaba junto a ellas, en ese momento se echaron a reír porque era muy pequeña y además no traía aguijón, le preguntaron: ¿Tu qué haces aquí?_ lo mismo que ustedes_ contestó_ estoy trabajando, pero no me distraigo en historietas, no tengo tiempo para eso ya que me están esperando_ ¿Por qué no tienes arma contigo, no sabes que son peligrosos estos lugares? _Las abejas yateí hemos aprendido que la mejor defensa es la paz, por eso elaboramos una miel que aparte de ser dulce, es nutritiva y tienen muchas propiedades curativas para los humanos, y como no atacamos a nadie, nadie nos ataca a nosotros, por eso no necesitamos aguijones, ni un gran tamaño, las flores comparten su néctar y nosotros compartimos la miel, si alguien destruye nuestra colmena para robarnos la miel, vamos a otra parte y construimos otra; tomen prueben un poco. Cuando las otras abejas probaron la miel, quedaron con la boca cerrada, porque era parecida a la jalea real, y no podían creer lo que estaban degustando. Mi padre solía decir_ agrego la yateí ¬_ que las abejas somos como los ríos cuanto más superficiales, más ruidosos pero cuanto más profundos más silenciosos, por eso las abejas yateís somos abejas que preferimos el trabajo y la paz, porque es la única fórmula para ser felices, y como resultado tenemos la miel, poniéndole propiedades medicinales para que la gente pueda sanar, pues cuando vemos a un niño correr fuerte por el campo, nos alegramos por él, aunque a veces de grandes corten todas nuestras flores preferimos seguir creyendo que algún día se darán cuenta del bien que hacemos. Las abejas no podían creer la sabiduría que salía de esa pequeña abeja, con la boca cerrada juntaron el néctar que habían recolectado y en silencio volvieron para sus colmenas.
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