lunes, 26 de abril de 2010

El duende de los ladrones

Cansado de no encontrar trabajo, Juan caminaba de regreso a su casa, quedaba a unos cuantos kilómetros del pueblo, enojado iba maldiciendo a todos los que le habían rechazado, no hubo puerta que no haya tocado.
_ Si tan solo existiese una varita mágica como la de los cuentos para que se cumplan los deseos_ decía en vos alta.
Hasta que debajo de un árbol pudo divisar un señor petizo con largas barbas y un sombrero extravagante, que lo miraba detenidamente:
_ Buenas tardes _ dijo el joven.
_ Buenas tardes _ contesto el viejo con una vos extraña y continuo: _ escuche que buscabas esto_ le dijo mientras le mostraba una rama blanca, _ esto que vez no es una simple rama, es una vara mágica que te concede todo lo que le pedís, tanta es la avaricia y la envidia del ser humano que se concentro en un árbol de una selva, y esta rama le pertenece; te concede lo que le pedís, te interesa te la regalo, ya no la quiero, estoy viejo y me gustaría dársela a otra persona como me la obsequiaron a mí, pero hay algo que debes saber, cada cosa que pidas se te concederá, pero se la estarás quitando a otro, por ejemplo si pides salud estando enfermo, otro quedará enfermo y tu tendrás salud, la única condición para tenerla es que cuando seas viejo se la pases a otro, ¿la quieres?_
_ ¡claro! Contesto el joven.
Lo primero que pidió fue un auto deportivo, sabía que se lo quitaría algún rico que se podría comprar otro, allí enfrente lo tenía, se subió a él y iba dejando polvo por los caminos, hasta que una curva lo atrapo desprevenido y choco contra un árbol, su pierna quedo destrozada con el impacto, en ese momento pidió recuperar la salud, allí estaba parado sano y salvo. Luego pidió mucho oro, era tanto el que apareció que apenas cabía en su galpón. Y así empezó con una lista interminable de cosas de diverso tipo, tantas cosas tenía que ya se aburrió entre medio de ellas, no estaba contento, quizá era porque no sabía cómo compartirlo, en ese momento recordó las palabras del viejo: _ ¡todo lo que pidas se lo estarás quitando a otro! Voy a ver, se dijo, que tanto he quitado pasando invisible: Así que empezó por el auto deportivo, aquel auto estaba destinado para una rifa donde se iba a destinar los fondos para los afectados por un terremoto, luego vio que la pierna sana se la había quitado a un hombre que tenía muchos hijos y que por culpa de la falta de pierna había perdido el trabajo y estaba en la pobreza, el oro que había aparecido en sus galpones se lo había quitado a un país subdesarrollado que ahora enfrentaba una guerra civil. No pudo continuar mas, lo primero que hizo fue tirar la varita lo más lejos posible, pero allí al lado suyo estaba, luego quiso quemarla, pero no se quemaba, entonces pidió que vuelva todo al momento donde se había encontrado con el anciano del árbol, allí estaba, todo había vuelto a la normalidad, pero la varita estaba en su mano.

Moraleja: Los actos de corrupción siempre dejan a otros en la privación. No hay varitas mágicas pero hay voluntad que hace milagros.

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