jueves, 9 de enero de 2014

La caverna




En cierta ocasión las comadrejas entraron a una caverna y descubrieron que hasta llegar al fondo debían recorrer una larga distancia que la tornaba misteriosa y atrayente, era una experiencia que les gustaba repetir, decían que los olores que poseía podían producir visiones, fue así que esta noticia se propagó por toda la selva.
Las comadrejas que habían descubierto este fenómeno cobraban la entrada a los animales que querían experimentarlo, entonces los monos que eran los gobernantes decidieron prohibirla, sus científicos determinaron que era perjudicial para la salud de los animales además consideraban que los volvía  haraganes, así no eran ni buenos productores, ni buenos consumidores; por lo que mandaron a tapar la entrada de la caverna con una gran piedra que arrastraron los elefantes y que las panteras custodiaban.
Las comadrejas que son muy astutas no tardaron en cavar un túnel que daba con la caverna para poder seguir con el negocio. Pasó el tiempo y el rumor cundió por el lugar, hasta llegar a oídos de los monos, que ordenaron perseguir y apresar a todas las comadrejas.
Las comadrejas acordaron con las panteras un porcentaje para que les permitan seguir con la empresa; había muchos monos que hacían la vista gorda porque también recibían otro tanto, además que también gustaban de ir a la caverna.  Tanto los monos como las panteras se hicieron ricos. Cada tanto aparecía un mono o una pantera muertos por denunciar dicha fechoría que iba contra las normas de la administración de la selva, pero todos los animales se resignaban, pues nadie sabía qué hacer. Hasta que los animales que echaban de menos la antigua paz decidieron terminar con tanta violencia, fueron hasta la casa de gobierno de los monos y les pidieron que liberen el camino a la caverna, que dejen de perseguir a las comadrejas y a sus visitantes, pues entendían que el remedió fue peor que la enfermedad, que no se puede menguar la libertad, que si se quiere combatir algo hay que hacerlo con la educación y prevención, no con la prohibición, así muerto el perro se acabó la rabia.
Ante el reclamo, los monos así lo hicieron, los elefantes liberaron la entrada, las comadrejas tuvieron que volver a trabajar, y nadie más era perseguido por intentar pasar. Para asombro ya nadie estaba interesado en visitar la caverna, porque en lo prohibido brillaba astuta la tentación, pero desde que dejo de serlo pareciera como si a nadie le importase, solo a algunos paleontólogos que gustaba de estudiar el fenómeno. Fue así que se terminó con el negoció de las comadrejas, con la corrupción de la administración y de sus fuerzas. Volvió la paz a la selva.


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