En cierta ocasión las comadrejas entraron a una caverna y descubrieron
que hasta llegar al fondo debían recorrer una larga distancia que la tornaba
misteriosa y atrayente, era una experiencia que les gustaba repetir, decían que
los olores que poseía podían producir visiones, fue así que esta noticia se
propagó por toda la selva.
Las comadrejas que habían descubierto este fenómeno cobraban la
entrada a los animales que querían experimentarlo, entonces los monos que eran
los gobernantes decidieron prohibirla, sus científicos determinaron que era
perjudicial para la salud de los animales además consideraban que los volvía haraganes, así no eran ni buenos productores,
ni buenos consumidores; por lo que mandaron a tapar la entrada de la caverna
con una gran piedra que arrastraron los elefantes y que las panteras custodiaban.
Las comadrejas que son muy astutas no tardaron en cavar un túnel que
daba con la caverna para poder seguir con el negocio. Pasó el tiempo y el rumor
cundió por el lugar, hasta llegar a oídos de los monos, que ordenaron perseguir
y apresar a todas las comadrejas.
Las comadrejas acordaron con las panteras un porcentaje para que les
permitan seguir con la empresa; había muchos monos que hacían la vista gorda
porque también recibían otro tanto, además que también gustaban de ir a la
caverna. Tanto los monos como las
panteras se hicieron ricos. Cada tanto aparecía un mono o una pantera muertos
por denunciar dicha fechoría que iba contra las normas de la administración de
la selva, pero todos los animales se resignaban, pues nadie sabía qué hacer.
Hasta que los animales que echaban de menos la antigua paz decidieron terminar
con tanta violencia, fueron hasta la casa de gobierno de los monos y les
pidieron que liberen el camino a la caverna, que dejen de perseguir a las
comadrejas y a sus visitantes, pues entendían que el remedió fue peor que la
enfermedad, que no se puede menguar la libertad, que si se quiere combatir algo
hay que hacerlo con la educación y prevención, no con la prohibición, así
muerto el perro se acabó la rabia.
Ante el reclamo, los monos así lo hicieron, los elefantes liberaron la
entrada, las comadrejas tuvieron que volver a trabajar, y nadie más era
perseguido por intentar pasar. Para asombro ya nadie estaba interesado en visitar
la caverna, porque en lo prohibido brillaba astuta la tentación, pero desde que
dejo de serlo pareciera como si a nadie le importase, solo a algunos paleontólogos
que gustaba de estudiar el fenómeno. Fue así que se terminó con el negoció de
las comadrejas, con la corrupción de la administración y de sus fuerzas. Volvió
la paz a la selva.
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