sábado, 17 de septiembre de 2011

Los frutales

Eran dos vecinos que vivían en el campo, un día los perros de ambos se pelearon casi hasta matarse; generalmente las peleas entre los seres humanos comienzan por una pequeñez y terminan en algo trágico, al igual que dicen que si uno arroja una manzana en una montaña de nieve puede ocasionar una avalancha. Por los perros tuvieron una discusión, se insultaron, sacaron viejas historias de sus abuelos, y ambos volvieron a sus casas sabiendo que el vecino de al lado era el peor enemigo. Así lo vieron en su imaginación y se hizo una realidad, por eso es bueno entrenar la imaginación por el camino de la esperanza y la bondad. El odio es más visceral y rápido, ser tolerante y perdonar cuesta, pero trae mayores beneficios. Decidieron emplazar un muro en el límite. Allí advirtieron que los perros son igual a sus dueños y que si se pelearon era porque en el fondo las vacas del vecino siempre parecen más gordas, ambos se tenían muchos celos y envidia, cada uno quería ser mejor y tener más que el otro, el mejor campo, la fruta más sabrosa, la casa mas grande, claro la competencia los había llevado a buscar progresar, ha tener los mejores árboles de la comarca, la mejor fruta, todos en el pueblo comentaban lo vistosa y dulce que era. Pero donde hay odio no puede crecer nada bueno, el que odia se olvida del otro, se vuelve más egoísta y subjetivo, así que uno de ellos viendo los árboles magnánimos de su vecino llenos de fruta comprendió que esto pasaba gracias a los árboles de su quinta donde estaban los que los fecundaban con el polen, pues los que saben de plantas echan de ver que hay árboles que son como las personas, que para que den frutos necesitan de un papá y una mamá, lo mismo las plantas si falta el macho o la hembra son estériles, en aquel momento pensó si corto mis árboles el polen no podrá fecundar el campo de mi vecino, en ese momento se quedará sin fruta, y cuando pensaba esto sonreía de satisfacción, y no es por Satán como dicen, sino que cada uno cosecha lo que siembra. Fue así que corto parte de sus árboles y notó que los árboles de su vecino quedaron infértiles, que no pudo vender fruta en el mercado. Su vecino advirtió lo sucedido e hizo lo mismo, cortó la parte de sus árboles que sabía que su vecino necesitaba. Así continuaron hasta darse cuenta que aquel bello vergel donde antes vivían se había convertido en un triste desierto, pues hasta el arroyo se había secado, porque son los árboles los que hacen que la tierra este húmeda, sea permeable y alimente las vertientes. Tarde intuyeron su necedad, si hasta las abejas habían emigrado, pensaron que su odio pasaría desapercibido, en vez de compartir la semilla como tiempo atrás habían hecho, se dejaron cegar por la envidia y los celos, viendo su miseria se abrazaron y rompieron a llorar. Claro que cuentan que la tierra es generosa y que les iba a dar otra oportunidad, y como en la pobreza el ser humano es más solidario, comenzaron de cero como hermanos. Martin Luther King decía: “La oscuridad no puede deshacer la oscuridad; únicamente la luz puede hacerlo. El odio nunca puede terminar el odio; únicamente el amor puede hacerlo.” Pablo Martín Gallero

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