sábado, 25 de septiembre de 2010
La Fabrica
Erase una vez un pueblo donde sus habitantes vivían felices; cada uno tenía su porción de tierra, estaba el herrero, el carpintero, el doctor etc. Iban al mercado a intercambiar sus productos, cada uno tenía algo para hacer, algo que esperar y alguien a quien amar. Pero pasó que vinieron unos señores de un lejano lugar a ofrecer instalar una fábrica con la que podrían exportar productos y tener un salario mensual con el que traer progreso al pueblo. Fue así que los habitantes se tentaron con la idea, muchos de los que antes eran artesanos, agricultores, inventores, fueron a trabajar a la fábrica, inclusive el dentista del pueblo, pese a que mucha gente se le caía los dientes. Al principio la gente estaba contenta, muchos compraron nuevas carretas, nuevos caballos, nuevas tierras, casas, otros se quedaron sin el pan y sin la torta, en pampa y la vía, pero bueno habían decidido vender sus tierras y las habían perdido. Los ríos que antes eran transparentes se volvieron oscuros por la contaminación, el aire se había llenado de una espesa bruma, los niños tenían problemas al respirar; pero como la mayoría del pueblo tenía un ostentoso sueldo no eran capaces de ver el mal que les había traído la fabrica, hasta la defendían en los periódicos, en la plaza se hacían discursos en su defensa, los niños en la escuela escribían poemas alabando el progreso que había traído. Mientras pasaban los años cada vez había más niños enfermos, pero nadie se atrevía a protestar porque iba preso ya que la fabrica tenía abogados que la defendían y que además eran amigos del juez y del intendente del pueblo. Lo curioso era ver la metamorfosis que habían sufrido los habitantes de esa comarca, ya que por un sueldo eran capaces de vender el alma, de olvidarse del hermano, de lo que es justo y bueno, de las futuras generaciones y de la tierra. Cuando había elecciones siempre ganaban los mismos, ya que la fábrica ponía mucho dinero para sus campañas. Fue así que tanto se contamino el lugar que todos los habitantes debieron emigrar a otras tierras, y cuentan que convencieron a los del otro pueblo para a instalar la fábrica.
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