domingo, 13 de noviembre de 2016

El auto

Estaba preocupado por todo el trabajo acumulado, ser técnico de computadoras lleva su tiempo. Contento porque había conseguido el dinero para comprar mi primer auto, aunque endeudado, me hizo dar cuenta con quien podía contar, aprendiendo a manejar había llevado a mi compañera la clínica para que atiendan a nuestro primer hijo. Esperando afuera, contemplaba mi nuevo vehículo, del color que siempre quise, además de ser gasolero, andaba muy bien por ser usado, orgulloso disfrutando de los rayos del sol mañanero, cuando veo que del motor empieza a salir humo, el auto estaba apagado así que no había razón para preocuparse, abrí el capot para ver lo que pasaba, y el fuego creció de repente, se acercó alguien y me pregunto ¿tenes matafuego?, no, no le dije... y eso, había que tener, pensé, de pronto se acercó otra persona, se sacó la camisa, la mojo con el agua sucia que venía del cordón de la banquina y la coloco arriba del motor ahogando el fuego, desconectó la batería... yo paralizado por el pánico mirando, sin saber como ayudarlo. Apagado el fuego, agarró su camisa mojada y sucia, le ofrecí dinero por el favor, el cual rechazó, y se fue caminando con el torso descubierto y la camisa hecha trapos en su mano, sabía que la iba a lavar y así volver a utilizar: No necesito una capa, solo una camisa para transformarse nuestro héroe.